La novela que os presento es la primera de A. Hess y ha sido muy bien recibida por la crítica, porque alguno se ha preguntado más de una vez si la población alemana era consciente o no de lo que estaba ocurriendo en los campos de concentración.
Parte de un planteamiento en torno a si hubo o no una colaboración directa o indirecta para que el Reich y la llamada “solución final” funcionaran como luego pudo conocerse, y si de hecho así fue,surge la pregunta sobre si sería posible juzgar a toda una generación.
Muchos conocerán la historia y no aprenderán nada nuevo de lo que aconteció allí, si bien los recuerdos y testimonios de sus testigos, muchas veces cuestionados, serán siempre merecedores de cualquier tipo de reconocimiento.
¿Realmente el pueblo alemán era consciente de lo que estaba sucediendo?
Como se indica en la citada novela «lo que ayer era justo no puede considerarse hoy injusto; quienes tomaron parte en el holocausto serán juzgados en virtud de esos principios».
A partir de la ficción histórica contemporánea debidamente documentada, Annete Hess nos relata de forma serena y muy visual, los “Juicios de Frankfurt Auschwitz de 1963”.
De una forma muy acertada y sencilla nos muestra la realidad de una Alemania de la postguerra que pretende pasar página de lo acontecido durante la guerra, y en particular en uno de sus campos de concentración, el ubicado en Polonia y conocido como Auschwitz II-Birkenau.
Corre el año 1963 y Eva Bruhns con 24 años vive en Frankfurt con su familia que regenta un restaurante, la Casa Alemana, junto a sus padres Ludwig y Edith, su hermana, Annegret y su hermano menor, Stefan.
Ella no tiene apenas recuerdos de la Segunda Guerra Mundial y menos de lo que ocurrió en los campos de concentración. Muchos jóvenes como ella ha crecido en esa mismo clima de desconocimiento aunque pudiera parecer poco creíble.
Es contratada por el fiscal e investigador canadiense, David Miller como traductora de polaco para un próximo juicio por crímenes de guerra que se va a celebrar en su ciudad natal. Un tanto recelosa al principio, cuando va conociendo a los testigos y sus testimonios, comenzará un particular despertar a los horrores de la guerra, a plantearse qué hizo la sociedad civil en esa época, ya que los acusados son personas de la comunidad.
Después de ciertas dudas y las reticencias de su propia familia, decide participar como interprete, incuso viajar al campo para corroborar ciertos testimonios.
A lo largo de la novela hay cuatro partes aunque se pueden resumir a dos: una primera en la que Eva va documentándose de la realidad, junto a su vida como prometida de un joven empresario, y una segunda en la que se desarrolla de pleno el proceso, y en las que los sentimientos de Eva ser irán trasformando, al tiempo que las preguntas atropellan su mente, aquellos recuerdos de solo una niña de 4 años que parecían dormidos irán apareciendo.
Así empezará a comprender las atrocidades acontecidas en su país y realizadas por quienes son sus vecinos, lo que le provocará una herida difícil de cerrar, por el secreto que acompaña a su propia familia.
Una mirada interesante que no te dejará indiferente, porque uno de los propios testigos le pregunta que si lo quería era “consuelo”.
«Eva comprendió que no sabía nada de la vida, del amor y del dolor de los demás»
Escrito por Leonor Pérez de Vega, autora del blog El dolor sí tiene nombre. Puedes seguirla en Twitter desde aquí.