Os traigo una nueva lectupíldora de un autor que ya os presenté, Luis Landero y su Lluvia Fina. Tras la lectura de esta novela que me dejo un gran sabor de boca, busqué otras obras y me topé con otra de sus obras, que para mí es de una prosa insuperable.
Pero como en todo hay opiniones diversas y estará en ti como futuro lector sacar las conclusiones oportunas.
En mi caso, su lectura fue un torrente de emociones, risas, incredulidad y una representación de la vida que solo una novela o la vida te puede ofrecer.
En esta novela o bien llegas a odiar a su protagonista o bien te parece increíble esa capacidad para hacer de la vida lo que su título indica. Si algo tiene su autor es lo acertado que es a la hora de poner nombre a sus libros.
Una novela relatada en primera persona, algo que no es lo habitual. Así Hugo nos narra su vida con la interminable capacidad que posee para rodar y subsistir en la miseria y el ridículo.
Recuerda un poco a las novelas picarescas, aunque traídas a la vida actual y en la que: «Todo, todo es negociable, y todos los pecados deben ser perdonados».
Algo que veremos que no es así, por mucho que su protagonista lo intente.
Hugo es peluquero, aunque no por vocación,y así al filo de los 40 años se dedica a relatar a sus distintos clientes sus aventuras y desventuras.Las obsesiones por cambiar de vida y profesión, junto a la relación tormentosa con sus padres, en especial su madre en aquel barrio de Madrid en el que comenzaron sus andanzas siendo un adolescente.
Inconformista, manipulador, fantaseando con las innumerables posibilidades que se atribuye, y en un continuo viaje por cambiar una vida que el destino no le quiere ofrecer pese a sus encomiables esfuerzos; o mejor dicho sus particulares paranoias, ya que no acepta lo que la vida nos pone a todos por delante.
Cuando se detiene a pensar y busca respuestas se ve subido a un tiovivo, y en un ejercicio escaso de sinceridad señala; «y así hubiese seguido, dando vueltas y vueltas si no fuese porque el cansancio venía con su velo piadoso a liberarme del triste espectáculo de la realidad».
Sus relaciones personales tampoco se libran de la actitud manipuladora y cruel de Hugo. Envidias, engaños y su época dorada en el ejército donde aprende la profesión que marcará su vida. Mil propósitos le moverán y un desmedido afán, al que llega a calificar de “enfermedad crónica”. El ansia del futuro, si bien no logrará encauzar ninguno.
Tampoco necesita una abuela para ensalzarlo que califica de méritos o para tirar de filosofía de folletín.
«¿En qué proporción se mezclan el ridículo y lo sublime, lo trascendente y lo banal, la comedia, la épica, el drama y el folletín?».
Escrito por Leonor Pérez de Vega, autora del blog El dolor sí tiene nombre. Puedes seguirla en Twitter desde aquí.