Leña menuda

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Marta Barrio, 1986, escritora y editora, se reconoce cercana a la literatura
francesa, hispanoamericana y asiática. Con esta novela, Leña menuda, obtuvo el
premio Tusquets de 2021.

Para definirla qué mejor que acudir a sus propias palabras, unas que he leído y me parecen tan cercanas y apropiadas para esta sección. Y es que la literatura, en todos sus géneros, puede ser un motor para sembrar, cada cual, su granito de arena. Cambiar o mejorar algunos aspectos que parecen silenciados. Así, cuando le preguntan sobre su proceso de escritura relata que en el mismo:

«fueron surgiendo más ramas de ese árbol de palabras que iba conformando, de mujeres cercanas que me confiaron sus experiencias, que me convencieron de que hay cosas no nombradas a las que ya va siendo hora de poner nombre, y del poder de literatura como proceso catártico, tanto de escritura como de lectura, para dolores propios y ajenos».

Con esta novela Marta Barrio nos acerca a una realidad que está ahí y afecta a
muchas mujeres. Pese a que acude a una historia de ficción, detrás de ella está el
apoyo en unos hechos reales que le fueron relatados por una amiga, y ella se
documentó en otros casos.

De esta manera, nos ofrece una mirada no solo a la literatura, al lenguaje y las palabras, sino también a todas esas mujeres que sufren por la pérdida de un hijo; durante o tras el embarazo. Con numerosas citas sobre la maternidad y el aborto en cada una de las VI partes que conforman la novela.

«Mi miedo era muy concreto; sus ramas, por el contrario, retorcidas y de límites imprecisos»

Yerma de Federico Gª Lorca.

Ante una maternidad interrumpida, como sucede en esta historia, y tantas
otras historias sobre los hijos no nacidos, una realidad bastante silenciada. Una que,
igualmente, abordó Anna Starobinets en Tienes que mirar (Ed. Impedimenta), y que
aún he leído, solo mencionan de la misma que es más dura y de denuncia.

En este caso M. Barrio lo hace con una delicadeza única, de manera respetuosa
y objetiva se acerca a las historias de los demás. Unas en la que aparecen mezclados, a veces, el dolor y la culpa que se incrustan en la realidad de las maternidades frustradas o no.

Sus palabras logran conducirte y reflexionar sobre un viaje, el de ser madre, y que puede suceder que no haya una necesaria salida de emergencia.

Así, la protagonista es una mujer casada que se queda embarazada, un hecho
no esperado, aunque le ilusiona contemplar los cambios de su cuerpo, los que se van a producir en su vida, todo lo que rodea a una maternidad.

Es esta obra cada personaje no tiene un nombre propio tan solo una letra del alfabeto sin orden alguno. Por ejemplo, su pareja será A, su amiga B, el hijo X, etc.

Tras una primera parte en la que nos relata lo que va a suponer ser madre, todos los momentos por los que pasa, tanto de alegría como de miedo, ocurre un accidente fortuito en la calle que le obliga a al hospital. Allí le dicen que el embarazo va bien, pero que han detectado en el feto una enfermedad rara (displasia esquelética severa), una anomalía genética que no se ha visto en las ecografías previas.

Toca asumir la nueva situación, y el hecho de que el plazo para poder abortar, según la legislación de ese momento, ya se ha agotado.

«¿Qué hay del derecho a controlar el propio cuerpo o el propio destino?».

Ella ha hecho todo lo que precisa una madre gestante, se ha cuidado y en un
momento tantas expectativas se frenan de golpe. A, su pareja, discrepa porque en ese momento, parece que vivieran en realidades paralelas.

Comienza un duro y angustioso camino con demasiados interrogantes: ¿qué hacer?, ¿qué decisión tomar?, ¿quién le cuidará?, ¿qué calidad de vida tendrá o si vivirá?, ¿seguir o no?

A, su pareja, parece estar en otro mundo, no comparte un dolor que para él no
existía, porque aún no había hijo, o idea de hijo, era algo solo abstracto. Se abrió una
grieta que no sabían cómo iba a terminar.

Ella empieza a buscar alternativas y, entre ellas, qué país le permitirá no seguir
adelante con este embarazo. No quiero relataros más, solo que sí estará acompañada, de su amiga B, porque os relataría demasiado.

La leña menuda, título elegido, es aquella que recoges para encender la chimenea, las pequeñas ramas y pedazos que colocas primero…

Escrito por Leonor Pérez de Vega, autora del blog El dolor sí tiene nombre. Puedes seguirla en Twitter desde aquí.

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