Polo sur

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Relato de la expedición noruega a la Antártida del Fram (1910-1912), Roald Amundsen.

Esta vez nos vamos de viaje, aprovechando que es invierno y de la mano de un explorador y hábil escritor, Roald Amundsen, quien en 1913 relataría su viaje en búsqueda del Polo sur.

En su portada ya nos adelanta:

«La vida es una pelota en manos del azar»

Brisbane, Queensland, 13 de abril de 1912

A alguno le puede echar atrás este tipo de libros, y lo comprendo porque como señalé en su momento cuando abrimos la sección de Lectupíldoras, en géneros y gustos no hay nada escrito.

polo sur

Particularmente la narrativa de viajes es apasionante, cuando llegas a transportarte, como hice yo, a esos momentos, puedes llegar a sentir que eres parte del viaje. 

Aunque lo leí hace tiempo, lo tengo siempre a la vista, y rememora en mí los buenos ratos que pasé leyéndole. Por pequeñas situaciones como esta merece la pena volver al pasado. 

Está considerado como uno de tres mejores trabajos de exploración y aventura en los viajes a la Antártida, en una insana comparación con quién fue el mejor de todos.

Otros relatos se centran en Scott y Shackleton, que tuvieron peor o mejor suerte, pero solo Amundsen llegó al Polo, y no adelanto nada que tras más de 100 años no se conozca.

Si bien es un libro extenso, se ha salpicado de los relatos individuales, con escenas hasta cómicas, todo ello para que el más que preparado y previsor explorador nos sumerja en definitiva que se inicia en enero de 1911, tras una travesía de 30.000 kilómetros por los océanos y llegar al Mar de Ross.

Durante un año más o menos preparará su destino al polo, que le lleva 99 días para recorrer cerca de tres mil kilómetros, los que le separan de su destino. Habréis oído la lucha por la carrera del polo Sur, el triste desenlace del mencionado Scott, y este libro queda al margen de la misma.

Solo él lo consiguió quizá porque fuera uno de los mejores, o por su carácter escandinavo pues supo hasta crear un hogar en la zona más inhóspita de la tierra, ahora sería, en mi opinión, un brillante ingeniero de logística, la preparación, los víveres, la cabaña que denominarían Framheim, no dejo nada al azar o casi nada y con un sueño que se hizo realidad.

Aunque tiene sus pegas, no podía ser un gran explorador y un magnífico escritor y hay partes en el libro que son demasiado descriptivas, aunque hay que ponerlo en contexto, quería detallar todo para futuras expediciones, no dejando de ser un diario.

Como el mismo indicó, fue posible gracias a su equipo del que se indica: «Bien, con hombres como estos no creo que Amundsen merezca ningún reconocimiento para alcanzar el Polo. Más bien habría que darle una paliza si no lo lograra».

En la actualidad quizá sería denostado o reprobado por la utilización que hizo de los perros, sin quienes no hubiera logrado tal hazaña y a los que tenía un profundo respeto, teniendo que elegir entre vivir o morir por comida.

No penséis que todo fue un camino de rosas o en este caso mejor de hielo, glaciares, temperaturas de -59º, cimas de hasta 3000 metros, ventiscas, y un largo etc, que nos dibuja su protagonista de una forma simple, ya que vuelvo a recordar que su dominio era la logística y la exploración más que la escritura, y unos sentimientos que no le gustaba mostrar.

«Habíamos sobrepasado los 88º 23´; estábamos en el punto más al sur que ningún ser humano hubiera estado. Ningún otro momento de todo el viaje me afectó tanto como este. Las lágrimas aparecieron en mis ojos… Afortunadamente, me encontraba a cierta distancia delante de los demás, y tuve tiempo de recomponerme y dominar mis sentimientos».

Escrito por Leonor Pérez de Vega, autora del blog El dolor sí tiene nombre. Puedes seguirla en Twitter desde aquí.

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