¿Qué lecciones nos da el dolor?

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Pongamos que el dolor es un gran maestro como todo el mundo dice.

Imaginemos, por un momento, ¿Cómo sería esa asignatura? ¿Cuáles serían sus temas? ¿Qué lecciones, de las que con pesar entran, incluiría el temario? Demasiadas preguntas, no, porque aún quedan más. No olvidemos que estamos ante un experto en anclar las vidas de demasiados pacientes.

Os hago esta reflexión antes de comenzar:

¿Aprendemos, nos enseña o simplemente nos adaptamos para sobrevivir?

“El dolor nos hace valorar a la persona que éramos antes” Sí, a esa a la que tanto le exigíamos y con la que muchas veces no estábamos satisfechos. Pero esa persona ya no está, se fue, se la llevó el dolor, y ahora nuestras metas deben ser menores.

Puedes escuchar a Yolanda en el programa especial de #EntrePacientes Lecciones del dolor

Muchas veces nos sentiremos frustrados, y solo nos conformaríamos con tener la suficiente autoestima para no sentirnos poco productivos o inútiles, cuando normalmente hacemos más de lo que podemos.

El dolor nos enseña que no “somos imprescindibles y que todos somos sustituibles”. Que el mundo sigue girando sin nosotros. La vida de los demás continúa. Tristemente, nos tenemos que descolgar de nuestra propia vida. Nos veremos sustituidos en el trabajo, aunque fuéramos grandes profesionales y valorados por nuestros compañeros. Y ello aunque nos encantara el trabajo que desempeñábamos y nos llenara, da igual. Lo mismo sucede ocurre en casa, en los eventos familiares y en cada una de esas relaciones sociales a las que no podemos asistir.

“El dolor nos enseña a decir que no”, ¡Que no podemos, no que no queremos! A no prestarnos siempre como lo hacíamos antes. Pero si a nosotros nos gustaba decir que sí…

Otro módulo muy bueno en estas lecciones es el siguiente: “El dolor te enseña a ser fuerte”. Dicen, dicen, que siempre se sale más fuerte de una situación dolorosa. Mentira, se sale debilitado. Todos lo sabemos. A veces se llama salir fuerte a haber sobrevivido a una situación. Sin embargo, si esa situación dolorosa no termina: ¿Cómo vamos a ser fuertes todo el tiempo? Es mentira, no nos hace fuertes, nos debilita una y otra vez y sobrevivimos.

Ya está.

“El dolor nos enseña interpretación”. Sí señores, esto también y de la buena. Hay unos créditos destinados específicamente a aprender a hablar de tu dolor. Si explicamos nuestro dolor abiertamente y lo pintamos de insoportable, como lo es muchas veces, nosotros mismos experimentamos lo que estamos diciendo y dentro de nosotros queda ese sentir.

Aprendemos que si inspiramos compasión, al final acabaremos necesitándola, sobre todo la propia. Por eso nos volvemos intérpretes. Para no tener que pasar por ese trance.

Por ello y con el fin de no incomodar al interlocutor que está deseando que le digas: “estoy mejor”, y voy tirando. Porque el pobre no sabría qué contestarte.

Aprendemos que expresar nuestro dolor no es una buena idea y demasiadas veces lo callamos, y lo llevamos en silencio hasta que un día… ¡Pum! Explotas y nadie lo veía venir. Entonces todo el mundo te dice que tienes que hablar de tu dolor. Pero tú, y nadie mejor que tú ya sabes que es inútil hablar de profundidades con un charco.

El dolor en verdad nos enseña a callarnos.

Hay un tema muy zen en este módulo. Aprender a relajarse. Hay gente que lo consigue. Yo reconozco que si dejo de oír el ruido de mi alrededor solo escucho a mi dolor. Ya sabemos que el miedo al dolor nos agarrota; y que nos hace perder energía. Ahora bien, relajarse con dolor es uno de los temas que la mayoría sacamos con un cinco y raspado.

La siguiente, pero no menos importante, es el autocuidado.

Escuchamos a nuestro alrededor, “ahora lo que tienes que hacer es cuidarte tú”. Ponerte en primer lugar. Pero oye… si yo ya estoy harta de cuidarme, estoy hasta las narices de ser el centro. Pues nada, esta es de las preguntas que siempre caen en el examen y que más suspendemos. Aquí tengo que detenerme para dar las gracias a las personas maravillosas que nos cuidan. En particular, a nuestros seres queridos y amigos; a los que nos piden que nos cuidemos por el bien de todos porque también, si no nos cuidamos los arrastramos a ellos.

Menuda asignatura verdad… vaya materia que nos ha tocado. ¿Y nuestro gran maestro el dolor? El instructor más cruel que podía tocarnos.

A estas alturas, ya tenemos el temario con todas las lecciones que nos ha tocado ir aprendiendo y que por desgracia no se van a acabar. Aunque gracias a Dios, en este libro tenemos al final unas cuantas y necesarias hojas en blanco.

Unas hojas en blanco en las que los enfermos con dolor crónico necesitamos escribir un último capítulo. Se titulará: “Un futuro mejor para todos nosotros”.

La cura del dolor no está próxima, pero sí un alivio y el compromiso de todos, los pacientes, los profesionales y sobre todo la sociedad para que el dolor ajeno deje de serlo, y tenga el papel que necesitamos.

Todo ello con el objetivo de avanzar hacia una vida sin dolor, o al menos una vida posible y con mejor calidad de vida.

¿Lo escribimos juntos?

Escrito por Yolanda Casares Alcalá. Autora del cuento Mamá tiene una amiga invisible. Puedes seguirla en Twitter desde aquí.

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