Existe un lugar.
Un lugar que sólo tú y yo conocemos.
Un sitio en el que somos nosotros mismos. Un espacio solo nuestro. No puede haber mayor gozo que saber de su existencia. Cuando lo necesitamos vamos por allí o simplemente algunos días nos acercamos porque es cuando más tú y yo somos. Y sólo lo conocemos nosotros porque es una extensión de nuestros seres. No fingimos. No actuamos. No nos juzgamos. Te escucho. Me escuchas. Estoy cómoda. Voy a querer y a ser querida. Te cojo la cara con las manos y te abrazo. Tú me dejas entrar. Yo te dejo entrar. Experiencia compartida.
Esta canción ya tiene sus años. Es de 2004 del álbum Hopes and Fears de la banda inglesa Keane. Yo la conocí un poco más tarde en 2006. En otro espacio y lugar pero también hizo que halláramos mi interlocutor y yo un espacio común. Eso fue ” antes de” antes de la primera operación fallida de espalda, el comienzo del dolor crónico y el adiós a la María José de ayer.
Cuando me decías ” Cuidado que también se puede morir de éxito” y yo te miraba, te miraba y te escuchaba. Con pocos treinta y tantos pensando que había sembrado, había invertido y empezaba a recoger cierto éxito profesional con todo lo que me costó.
Pero toooooodo cambió. Ahora en mi realidad, y como dice la canción “conozco ese camino como la palma de mi mano” aunque “caminamos a través de una tierra vacía” pero oh “simple thing” “I need somewhere to begin” pero no sola.
He encontrado ese sitio contigo.
Porque allí querida amiga, querido amigo sólo nosotros nos comprendemos.
Y es tan importante cuando se padece una enfermedad como el dolor crónico con su montaña rusa emocional, con sus empeoramientos caprichosos, con su soledad manifiesta y su mano áspera, encontrarte, encontrarnos e ir a ese sitio “donde solíamos amar” en la manifestación más íntima de la amistad que a mí me eleva. Y aunque a veces, alguno de los dos, sienta que estamos en un límite peligroso en el que incluso “esto puede ser el final de todo” allí te esperaré en el sitio que solo nosotros conocemos. Ahora ya sé lo que tenía que recoger de la cosecha: Amistad.
Estoy. Estamos. A veces no sabemos dónde pero tenemos nuestro lugar, no lo olvides.
Dedicado a: Leo, Vero, Yolanda, Moi y Ana. Ya saben por qué. Ah y a quien me puso esta canción por primera vez.
Os la pongo, chicos.
Escrito por María José Parra, autora del blog Colorear con dolor. Puedes seguirla en Twitter desde aquí.